Lo encontramos en nuestro día a día, es el elemento químico con el símbolo Co y el número atómico 27 que se encuentra en la naturaleza en forma de minerales. Es parte de nuestra dieta humana y lo ingerimos en alimentos como la carne, el pescado, los productos lácteos y los vegetales de hojas verdes.
La extracción de cobalto ha aumentado notablemente en los últimos años. La producción mundial en 2020 fue de aproximadamente 140,000 toneladas métricas, en 2021 aumentó a 165.000 hasta llegar a las 190.000 toneladas métricas en 2022.
Esta demanda en ascenso se evidencia en la necesidad del mundo moderno de consumir productos de última generación, ya que el cobalto se utiliza ampliamente en la fabricación de baterías de litio de los productos más innovadores: móviles, patinetes y coches eléctricos, tablets, portátiles, etc.
A pesar de sus numerosas aplicaciones, puede tener impactos significativos en el planeta, la salud de las personas y el bienestar de los niños. Por ejemplo, puede ser tóxico en altas concentraciones causando efectos negativos en la salud de aquellos expuestos a este elemento químico.
El medioambiente también sufre con su extracción asociada con la deforestación y la degradación de los ecosistemas, así como la contaminación del agua y el suelo. Además, la producción de cobalto también puede resultar en la emisión de gases de efecto invernadero y otros contaminantes atmosféricos.
Pero el mayor problema, en mi opinión, es su impacto en los niños. Algunos informes indican que la producción de cobalto a menudo implica la explotación laboral y el trabajo infantil en países como la República Democrática del Congo, que es el mayor productor mundial de cobalto. Los niños que trabajan en minas de cobalto pueden estar expuestos a condiciones peligrosas y trabajar largas horas por salarios bajos, lo que puede afectar gravemente su salud y bienestar.
La fuerte dependencia de la industria en la disponibilidad del cobalto nos permite acceder cuando queramos a productos tecnológicos novedosos. Pero no debemos ignorar que en el camino se pone en riesgo a demasiados niños que necesitan que se respeten sus derechos humanos y laborales en la cadena de suministro del cotizado metal.