Los avances tecnológicos tienen, como primer objetivo, hacer de nuestra vida diaria una rutina mucho más práctica, fácil y cómoda pero, como se suele decir, “quien hizo la ley, hizo la trampa” y es que encontrar una utilidad secundaria a estos avances con fines menos ideales va directamente ligado al lado más oscuro del ser humano que es, en mayor o menor medida, inherente a este.
Algo tan sencillo y, a la vez, primitivo como el cuidado y la seguridad de nuestra prole se puede convertir, con un mal uso de los avances tecnológicos, en una verdadera pesadilla.
La evolución de los vigilabebés
Los primeros vigilabebés de la historia, si se pueden llegar a llamar así, eran un aparato tan sencillo como un walkie talkie, un intercomunicador se situaba en la habitación del bebe en cuestión y el otro lo portaba el padre o la madre allí donde fuera, pendiente de cualquier tipo de llanto o ruido anómalo en la habitación de su pequeño.
En aquel momento fue un avance tecnológico espectacular y dejaba a los padres una sensación de seguridad tremenda, sin embargo, a día de hoy y con los posteriores avances en esta materia, ese escucha bebés no tranquilizaría ni al padre más relajado.
Hoy día, los vigilabebés no sólo te permiten escuchar a tu bebe en la otra punta de tu casa, además, puedes verlos en tiempo real, hacer zoom sobre la imagen, comunicarte con ellos, pues ya no solo emiten sonido en una sola dirección, y, la mejor parte de todas, ni siquiera ya es necesario que los padres estén en el propio domicilio, pueden vigilar a sus bebés desde su puesto de trabajo gracias a la gran maravilla que es Internet.
Los vigilabebés actuales, fuente inagotable para pederastas
Es precisamente en este punto, en la conexión de la tecnología con la red de redes, donde todo puede tornarse algo turbio.
Ya se han empezado a dar casos en los que, a través de un hacker, la señal emitida por un vigilabebés es interceptada y usadas las imágenes y el sonido como moneda de cambio en un comercio clandestino cuyos protagonistas principales son nuestros propios hijos.
Cualquier vulnerabilidad en estos aparatos, por pequeña que sea, es una puerta abierta y con luminosos para entrar en la intimidad de nuestros hogares y este es un problema que no solo el fabricante del vigilabebés tiene una alta responsabilidad para que no ocurra, nosotros, como padres, también tenemos el deber de informarnos acerca de estos aparatos y de las medidas de seguridad que por precaución debemos llevar a cabo, tales como cambiar con frecuencia la contraseña tanto del aparato como de la red wifi a la que estos se conecta, desactivar el aparato en momentos puntuales e informarnos en profundidad de las características del mismo y qué nos ofrece en seguridad.